domingo, 18 de noviembre de 2012

El día y la madrugada

Es difícil escribir ahora.
Hace mucho tiempo de la última vez . Pero saldrá algo bonito, al menos para mí. Algo verdadero.

Me duele al escribir: cada choque de la yema de mis dedos me recuerda que no se debe apurar tanto las cosas, que no se debe esperar tanto , que no se deben desaprovechar algunas oportunidades.

El día de hoy sigue. Empezó ayer. Y aunque el reloj sigue dando vueltas, con unas manijas que no se sabe muy bien a qué juegan y aún más allá, si de verdad es un juego. Si se persiguen la una a la otra porque alguien las puso allí, sin explicarles nada. Si cada vez que el minuto alcanza a la hora , le toca “parar” a ésta. Irónico, pues nunca lo hacen. Siguen su misteriosa carrera una detrás de la otra, una vez más cerca, otra vez más lejos. La hora es lenta, pero no se rinde…a pesar de que los minutos le pasan dando collejas una y otra vez. Luchadora, eso hay que reconocérselo.

El tiempo recuerda que el día de hoy sigue. Que empezó ayer y sigue, desde hace dos horas, en una madrugada infumable. Antes de continuar tengo que ir al baño y mear, lo siento. Tengo que ir al baño y orinar todo lo que no pude digerir, para seguir masticando. Haciendo la digestión en las palabras que aquí escribo.

Suena de fondo una canción que nunca mostré, que conocía desde hace tiempo. A modo de inspiración hasta el final del escrito.Una canción emotiva que hace seguir despierto y levantarse al grito de: “¡¡Hora de levantarse, holgazanes!!”. A los que estaban escondidos. Esos que no querían salir…no. Que tenían miedo de hacerlo. De volver a enfrentarse cara a cara con su creador, con viejos fantasmas.

Así, esta mañana dolió. Hacía mucho que no era así y costó salir de casa a pesar del paisaje mojado. De una lluvia que se encargó de pintarlo todo, de decorarlo para salir con energía y fuerza. Y casi fue así: salimos de la casa pero no para otra cosa que para correr y ocultarse, huyendo bajo tierra, desoyendo el “plic, plic” de cada gota de lluvia que pudiera golpear la piel. Y abajo no se consiguió refugio, todo lo contrario.

De entrada el tiempo vuelve a golpear, yendo para atrás sin avanzar, a la vez que tú sabes que llegas tarde a la cita. Una cita  que no saldrá bien.

En el día de hoy que sigue. Empezó ayer y sigue mientras escribo.

Una gran sonrisa amable consiguió despertar la carcajada de cierta persona. Eso siempre es una buena señal. La interacción con los semejantes o también con los diferentes a nosotros.

En el día de hoy que sigue vi dolor, alegría, tristeza…Unas lágrimas inocentes que ni siquiera sabían por qué se derramaban. También vi otras lágrimas totalmente dispares. Más duras, que herían profundamente desgarrando la carne por la que se precipitaban . Gotas que deshicieron sin esfuerzo alguno los finos trozos de papel que intentaron maquillarlo. Como si no hubiera pasado nada.

Volví a oír risas y a ver una sonrisa que se echaba de menos. Más de una, a decir verdad. Puede que sea tanto lo que tengas y que no sepas realmente lo que quieres. Seguramente no quieras nada o lo que hayas elegido y cogido entre tus manos se te vaya a arrancar en un segundo…Aún por fuerte que lo sostengas, aunque lo protejas con tu vida. ¿O con algo más fuerte que la vida?  ¿Acaso existe tal cosa?

Sí: con un ideal, con una idea…Es fácil de ocultar que esa idea se está rompiendo. Me niego a pensar que ya lo esté. Por la negación a tal cosa  se sigue luchando. A veces no se sabe la razón por la cual uno sigue adelante y sólo así lo hacemos, siguiendo. Sin pararnos a pensar. Esperando que dé un fruto y casi siempre pocho. Todo porque no queremos recordar el gusto que sentimos en nuestras bocas cuando todo iba bien. Sí, también cuando no iba del todo mal. Pero damos de lado todo esto siempre y sólo daremos vueltas a las desgracias que nos acontecen.
Vuelvo. Porque en el día de hoy, que sigue, estreché una mano. Más que eso: estreché sinceridad. Fuerza. Energía.

Visitando y buscando sin llegar a encontrar ese algo. Dar media vuelta por no echarle huevos a la situación. Por no atreverse a sostener la mirada, a hablar con los ojos o con un gesto. Renunciar a todo ello y volver con esa sensación de derrota.

Es una mezcla de todo que se hace difícil de separar. Se pegan entre ellos. No tortas, sino pegamento. Concienzudamente en sus esquinas y recovecos. Los párpados están unidos también entre sí y separarlos sólo será posible con la ayuda de las manos de otros ojos que sean capaces de ver.
Y te revelan a ti: unos ojos claros azules que hipnotizan sin saberlo. Que no dejan consuelo alguno y que sólo consiguen que balbuces y hables sin sentido alguno. Te recuerdan poniéndote un reloj de muñeca que todo lo que no dijiste tendrás que expresarlo en los dos minutos antes de entrar en la sala. Si te centras en el "tic, tac"del reloj la cagarás. Y efectivamente, así lo haces. Terminarás pasando por la puerta como cualquier vez pasada y te camuflarás haciéndote invisible y sabiendo que ya, a las 9:00 de la mañana, perdiste el día entero. Pero si buscas dentro de los 120 segundos previos a esas 9:00 horas, sabrás que no fue así. Que el diálogo con ella, por escueto, absurdo o ridículo que fuera, bien mereció la pena para ambos.

El día de hoy, que sigue y va terminando.

Dije dolor, alegría, pena. ¡Ah, sí!: Las cosas malas. Parecen acunar los minutos de hoy para extenderse en la madrugada de mañana. Violarán al sueño dejando una pesadilla en su retina. Para que le cueste despertarse, para que levantarse le sea tan difícil como para mi dormir hoy.

La música de ese hombre que no conociste y que te hubiera gustado tanto. Mírale como toca y como lo vive, como lo siente. Es otro de los ya muchos errores que tocan añadir a una larga lista que parece no terminar. Y que a pesar de ello, de que todo es en ocasiones una gran y olorosa mierda, vale la pena vivir y experimentar. Hablar por algo y creerlo. O tal vez no creer en nada. Cualquier cosa que te sirva para ser feliz, me hará feliz a mí también.

Saber que sigues ahí, ésa es la mía. Que después de que ese hombre termine de tocar su guitarra, con un acorde seco como final, una marabunta de aplausos se lo comerán vivo.

Por tu éxito es por lo que esta persona hoy se levantó a vivir un día más.

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